INSTITUCIONES DEL DERECHO DE QUIEBRA

PRÓLOGO A LA PRIMERA Y A LA SEGUNDA EDICIÓN
PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN

PRIMERA PARTE
LA QUIEBRA

CAPÍTULO I
LOS PROCEDIMIENTOS CONCURSALES EN GENERAL

CAPÍTULO II
CARACTERES GENERALES DE LA QUIEBRA

CAPÍTULO III
LA QUIEBRA COMO PROCESO

CAPÍTULO IV
LA DECLARACIÓN DE QUIEBRA

CAPÍTULO V
LOS ÓRGANOS ENCARGADOS DE LA QUIEBRA

CAPÍTULO VI
LOS EFECTOS PATRIMONIALES

CAPÍTULO VII
LOS EFECTOS DE LA QUIEBRA RESPECTO

CAPÍTULO VIII
LOS ACTOS PERJUDICIALES A LOS ACREEDORES

CAPÍTULO IX
LAS RELACIONES JURÍDICAS PREEXISTENTES

CAPÍTULO X
LA VERIFICACIÓN DEL PASIVO Y DE LOS DERECHOS REALES MOBILIARIOS

CAPÍTULO XI
ADMINISTRACIÓN DE LAS ACTIVIDADES DE LA QUIEBRA Y LIQUIDACIÓN DEL ACTIVO

CAPÍTULO XII
LA CESACIÓN DEL PROCEDIMIENTO DE QUIEBRA

CAPÍTULO XIII
EL CONCORDATO

CAPÍTULO XIV
LA REHABILITACIÓN CIVIL

CAPÍTULO XV
LA QUIEBRA DE LAS SOCIEDADES

CAPÍTULO XVI
EL PROCEDIMIENTO SUMARIO

SEGUNDA PARTE
EL CONCORDATO PREVENTIVO Y LA ADMINISTRACIÓN CONTROLADA

CAPÍTULO I
EL CONCORDATO PREVENTIVO

CAPÍTULO II
LA ADMINISTRACIÓN CONTROLADA

TERCERA PARTE
LA LIQUIDACIÓN FORZOSA ADMINISTRATIVA

CAPÍTULO I
LIQUIDACIÓN Y QUIEBRA

CAPÍTULO II
EL PROCEDIMIENTO DE LIQUIDACIÓN

APÉNDICES

Confieso que al dar a este libro el título de instituciones que tenido la secreta esperanza de distinguirlo de esa literatura más o menos simoníaca que suele florecer en torno a las leyes nuevas. Pero él indica, además, la índole y el contenido de la obra: que tiende a fijar e ilustrar los principios fundamentales que dominan la vastísima materia de la quiebra, recogiendo alrededor de ellos las soluciones de los múltiples problemas particulares, y sobre todo a formar, o cuando sea preciso, a transformar, el hábito mental del estudioso, según la voluntad, y estaba por decir la intención, del legislador.


Debo manifestar mi experiencia, me ha acontecido al escribir este libro, que he fluctuado continuamente entre furia atónita admiración por las bellas cosas que se encuentran en la ley y que nadie había soñado en meterlas dentro, y una no menos atónita irritación por tas feas y las horrendas que estaban y que están, y que por cierto nadie las ha querido; por lo que he llegado a la conclusión de que los comentarios deberían preceder a la ley, y no a la inversa. Queda, sin embargo, del haber colaborado a la formación de una ley una secreta simpatía hacia ella, y una más aguda voluntad de conocerla y hacerla conocer, prescindiendo de la crítica estéril; si éste debe ser el título que justifique la empresa en la que me he aventurado, muy gustosamente lo invoco, y espero que el lector quiera admitirlo benévolamente.


SALVATORE SATTA