CABRERA CALVO-SOTELO, MERCEDES
Presentación
1. Tabaco
La aprehensión de un alijo
Del comercio de los cerdos al «negocio del trasbordo»
El monopolio de tabaco en Marruecos
El asesinato del Grao
La disolución de la sociedad March y Garau
2. La conquista de la isla
La conmoción de la Gran Guerra
Banquero y propietario
Un capitalista moderno
Verguistas y antiverguistas
De nuevo el tabaco
March, diputado
3. Benemérito de la patria
La moralidad catoniana de Primo de Rivera
Cartas comprometedoras
Amenaza de cárcel
Ganándose al dictador
Cómo conseguir un monopolio
Negocios y petróleos
Despedida sin honores
4. El gran corruptor
La llegada de la República
Las responsabilidades de la Dictadura
El «gran proceso político»
En la cárcel
Cargos, descargos y fuga
5. Tiempo de guerras
Rehabilitación
La sublevación militar
El banquero de la rebelión
«Nuestro amigo»
La Caballería de San Jorge
6. El filántropo .
Dos compañías eléctricas en dificultades
Una quiebra y una disolución
El ilustre financiero y filántropo
La muerte de Juan March
Bibliografía
Índice de ilustraciones
Índice onomástico
Juan March nació en 1880 en una familia de comerciantes de un pueblo de Mallorca. Cuando murió en 1962 era uno de los hombres más ricos del mundo. Su vertiginoso enriquecimiento le hizo estar desde muy pronto en boca de jueces, políticos y periodistas. Su posterior salto a la política le sometió al escrutinio público de manera ya irremediable. Se presentó como un «hijo del pueblo», hecho a sí mismo, ejemplo de un capitalismo moderno frente a las clases tradicionales. Rompió moldes, fue acusado de contrabando ante los tribunales y de delitos de sangre entre sus convecinos. Fue perseguido por la Dictadura de Primo de Rivera y también por la República, que lo encarceló. Financió a los militares sublevados en julio de 1936, conspiró luego desde Lisboa con los monárquicos y defendió la aproximación a Gran Bretaña. Su último gran negocio, la quiebra y adquisición de la Barcelona Traction, recibió el amparo del Tesoro británico y el apoyo del ministro Juan Antonio Suanzes. En 1955 creó la Fundación que lleva su nombre, a la que dotó con 2.000 millones de pesetas para la defensa de la cultura y la ciencia españolas. Aunque su trayectoria ha recibido más atención que la de otros hombres de negocios en este país, su vida -como escribió a su muerte Josep Pla- sigue siendo una leyenda.
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