DÍAZ BARREIRO, ANTONIO ABASCAL
A. ANÁLISIS ESTRUCTURAL
La manera invisible de escribir mejor
La mejor manera de empezar a escribir es no escribiendo
Estructura en dos pasos: El loco genial y el psicólogo metódico
Las estructuras internas de un documento: detallar el centro del plan
El cuadro de argumentos o cláusulas
En conclusión, recuerde el A de la redacción
B. BASE LÉXICA
De lo invisible a lo visible
¡Falso de toda falsedad!
No seamos agresivos
Una mala noticia
Algunos consejos para desarrollar el léxico
La buena noticia: los mapas de palabras
1. Palabras-ladrillo y palabras-cemento
2. Busque palabras que nombren personas, hechos y objetos concretos
3. Busque siempre la sección de ofertas
4. Más allá del diccionario
Ejercicios para desarrollar la base léxica
Una advertencia final
En conclusión, recuerde siempre la B de la buena redacción
C. COMUNICACIÓN EFICAZ
¿Qué pretenden los abogados con sus escritos?
¿Jura usted decir toda la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad? Una frase ilustrativa
Los diez buenos hábitos de la comunicación especial
1. Procure escribir oraciones y párrafos cortos
2. No dé explicaciones de más
3. Omita frases hechas y aclaradores de garganta
4. Evite insertar oraciones subordinadas entre el sujeto y el verbo
5. Suprima los gerundios encadenados
6. Prefiera la voz activa
7. Narre los hechos en forma positiva: la trampa de los negativos múltiples
8. Manténgase al margen: no quiera ser juez y parte
9. Escriba las palabras más importantes al final
10. En síntesis: apéguese a los hechos
Los tres pasos para redactar un documento
Recuerde siempre la C de la buena redacción
Anexo 1. Consideraciones de formato Anexo
Anexo 2. Solución de ejercicios
BIBLIOGRAFÍA
Escribir bien: requisito de una estrategia legal ganadora y distintivo de excelencia. Para preparar una demanda, una sentencia o un contrato un abogado necesita consultar una ley, lo hace leyendo un código, que puede estar impreso, o como sucede ahora, en forma electrónica, pero en cualquier caso, no puede dar un paso si no lee (y comprende) esas ideas contenidas en palabras, frases y párrafos.
Pensando en un litigio típico, el proceso empieza siempre con un documento llamado demanda y concluye con otro llamado sentencia, y entre ambos hay una enorme cantidad de documentos legales de diversas clases: leyes, contratos, sentencias, jurisprudencia, libros... en los que participan abogados de todas las especialidades y ramas del derecho.
Todos los abogados no sólo los litigantes trabajan con documentos redactados, es decir, compuestos por palabras, frases, oraciones que expresan normas, peticiones, cláusulas, argumentos, exposiciones de hechos, cláusulas, etcétera. Y de la misma manera que un cirujano no puede operar sin un bisturí, un abogado no puede ejercer su profesión sin la palabra escrita.
El documento es el vehículo del abogado para comunicar su conocimiento y experiencia de la ciencia jurídica, su estrategia y creatividad; es la herramienta de su trabajo diario, y el documento legal determinará el éxito o el fracaso de cualquier asunto que emprenda.
El conocimiento jurídico es el contenido, la palabra es la forma. El abogado, por lo general, concentra sus esfuerzos de aprendizaje en el contenido, pero dedica poco o nada de su esfuerzo a mejorar la forma. Lo sabían los retóricos griegos y lo saben los modernos publicistas: la forma afecta notablemente la percepción del contenido. Sin una adecuada comunicación, no se puede desplegar una estrategia legal brillante, convincente.
Los jueces, los otros abogados y los clientes tienen mucho que leer y poco tiempo; tienen que leer demasiado... y demasiado rápido. Si un argumento es confuso o difícil de interpretar ¡y cuántas veces lo es!, el lector lo dejará de lado, lo interpretará mal o le dará poca importancia.
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