HOWARD, JOHN
Sección I. Vista general de la angustia en las prisiones
Sección II. Malas costumbres en las prisiones
Sección III. Propuestas de mejoras en la estructura y la administración de las prisiones
Sección IV. Descripción de las prisiones extranjeras
Sección V. Los prisioneros de guerra en Inglaterra, etc
Sección VI. Prisiones escocesas e irlandesas
Sección VII. Descripción de las prisiones inglesas en particular
Sección VIII. Cuarentena en Venecia
En lo Jurídico y filosófico, Howard fue un admirador de la obra de Beccaria, y seguía atentamente sus opiniones sobre el tratamiento de los presos, los procesos penales, la mensuración de las penas, etc. Y por cierto, Howard era también un creyente en Dios, sin especial adhesión a un credo, pero sumamente respetuoso de las distintas iglesias y cultos. No es extraño para su época (ni para los medios de tratamiento carcelario disponibles) que pusiera un gran énfasis en la religión, la labor de los clérigos, y la influencia de la fe en la recuperación de los descarriados.
Howard logró poner en marcha, en Inglaterra, una verdadera revolución para la mejora de las cárceles, la legislación y los procedimientos, y se transformó en una figura respetada a nivel internacional, mientras que sn Inglaterra se le concedió especial atención a nivel parlamentario y político. Tras su muerte, se le dedicaron numerosos reconocimientos, incluidas varias
estatuas recordatorias. Hoy en día correspondería otorgarle, sin dudas, el Premio Nobel de la Paz. Esta reseña nos deja grandes enseñanzas, pero también preocupaciones, actuales, porque muchas de las tremendas injusticias y masacres que Howard denunció, continúan produciéndose hoy en las cárceles, en especial, en las de América latina. ¿Cómo es posible que un solo hombre lograra conmocionar a casi un continente, sensibilizándolo sobre lo que representan las penas y su ejecución, desatando
grandes tomas de conciencia y cambios , y aquí no hayamos conseguido sino retroceder a niveles comparables con el medioevo, en materia de legislación, procedimiento y ejecución penal?.
Resulta muy frustrante comprobar que el tema de los castigos y la prisión sigue siendo un problema no resuelto racional y civilizadamente en nuestro espacio cultural, y que la ola neoliberal y la restauración conservadora, con su ideología clasista, discriminatoria y selectiva desemboca sólo en la retribución más pura
e inhumana. (Y esto ocurre en un momento en que en Noruega cierran cárceles...por falta de presos).
Para concluir, creo que la lectura de Howard en el siglo XXI sigue teniendo gran importancia, porque se adelantó en tres siglos a las teorías penales y criminológicas más modernas, aquellas que postularon luego soluciones minimalistas, abolicionistas o medidas alternativas al encierro. Pero todo indica que ese legado cae en el olvido una y otra vez, y que el
sentido de los castigos estatales sigue siendo una mera herramienta política para la legitimación maniquea de "los buenos frente a los malos". Y por eso, esta colección quiso inaugurar su tercera etapa reinstalando un texto imprescindible, aleccionador y profundamente humanista, para anudarnos a recapacitar y a asumir un compromiso activo en defensa de quienes -justa o injustamente- padecen hoy iniquidades en el encierro forzoso. Creemos que la potencia del ideario de Howard conserva su fuerza, y que es capaz de despertar conciencias, aún tres siglos después. Y esperamos que nuestros lectores así lo confirmen.
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