PÉREZ SILVA, VICENTE
Yo sé muy bien que la curiosidad de todos arde en deseos por apurar la lectura de estas páginas que contienen un verdadero sarpullido de anécdotas, episodios, historietas, intervenciones procesales en verso y algunos procesos líricos de antaño. Aún más, todo un acopio de poemas, epigramas, décimas y chispazos, y, ciertas actuaciones célebres que, desde luego, tienen que ver con los predios del derecho y la juridicidad. En una palabra, todo un repertorio de la picarescajudicial que, sin asomo de pretención alguna, he tratado de "armonizar en mi doble condición de hombre de letras y hombre de leyes". Con la sincera manifestación que en mis largo años de ejercicio profesional, jamás pude litigar con las letras de cambio.
Antes de traspasar el umbral de esta antesala, quiero detener los pasos de mis generosos lectores para hacerles una ligera advertencia y unas brevísimas consideraciones en torno la este libraco que con tanto ahínco y entusiasmo he llegado a culminar, con la única finalidad de proporcionarles solaz y diversión en el duro discurrir de la existencia. 0, como lo quizo Aulo Gelio con los capítulos de sus Noches áticas, escritos con el único objeto de "preparar a sus hijos recreos literarios para cuando, libres de negocios, quieran proporcionar plácido descanso al espíritu".
El animus jocandi, es decir, el ánimo de la jocosidad, ha sido el fundamento y el mejor estímulo para este cometido.
Mi intención no ha sido otra que la de amenizar, divertir y entretener. La presencia de este ánimo se puede apreciar a lo largo y ancho de estas páginas. Así lo quería el afortunado autor de El revés del Derecho, el escritor español Fernando Vizcaíno Casas, cuando se pregunta: "¿Por qué no sacar al derecho de su petulante envase cabalístico, por qué no enfocarlo a la luz alegre, sana y también crítica del humor?". Claro que así debe ser. Cuando en la cortante anécdota del abogado, recién egresado de la facultad de Derecho, con el título de doctor,saluda al modesto tinterillo de pueblo: ¡Adiós abogado sin título!; y este le responde punzante: ¡Adiós título sin abogado!
